El demofascismo español se organiza en torno al grupúsculo de la Revolución Integral, una secta política rojiparda de la que ya se ha hablado extensamente con anterioridad.[1] Su programa político contempla la instauración de un sistema totalitario basado en la tiranía de las mayorías. Sin embargo, lo que aquí quiere abordarse de un modo específico es el papel que desempeña el conspiracionismo en su narrativa ideológica.
Si bien es cierto que ya fueron analizadas de un modo pormenorizado las principales teorías de la conspiración que este grupo demofascista utiliza,[2] en este artículo se pretende aclarar la función que desempeñan en el contexto de su discurso, las incongruencias más destacables en las que incurren y su correlación con los objetivos políticos que los demofascistas españoles persiguen materializar.
Así, a continuación, se procede a, primero, explicar las funciones que desempeñan estas narrativas conspiracionistas para, tras esto, exponer los principales rasgos de estas de un modo sintético. Todo esto se completará con una actualización de las últimas teorías de la conspiración que han emergido dentro de esta secta política.
Las funciones de las teorías de la conspiración en el discurso demofascista
Las teorías de la conspiración desempeñan tres funciones complementarias en el discurso demofascista. La primera de ellas es definir la agenda política de los demofascistas. Estas teorías no pretenden explicar la realidad tal y como es, sino establecer una interpretación de esta que la adapta a unos objetivos políticos prefijados para, de este modo, justificarlos.
La segunda función es colateral a la primera y desempeña un papel secundario. Así pues, las teorías de la conspiración también sirven para entender la realidad de un modo que su comprensión se alinee con los parámetros ideológicos de los demofascistas. En este sentido, estas teorías vienen a ser una prolongación de la ideología demofascista al reforzar sus principales ideas y planteamientos. En la medida en que son tomadas por ciertas, a pesar de no haber sido confirmadas por ninguna prueba empírica, contribuyen a fortalecer las convicciones de los demofascistas al proveerles una falsa sensación de estar en lo cierto. En este sentido, puede afirmarse que estas teorías son un acto de autoafirmación ideológica frente a una realidad compleja que contradice sus principales ideas.
La tercera función es auxiliar de las dos anteriores. Cuando la realidad contradice los presupuestos ideológicos demofascistas, o simplemente no poseen los argumentos necesarios para rebatir argumentos que refutan sus ideas al basarse en hechos contrastados, los demofascistas desarrollan teorías de la conspiración ad hoc, generalmente dirigidas a hacer ataques ad hominem contra quienes cuestionan de un modo crítico y razonado sus puntos de vista. Así, persiguen desacreditar a estas personas o colectivos al afirmar que están siendo respaldados en la sombra por actores e intereses oscuros para, de esta forma, presentarlos públicamente como actores ilegítimos que no deben ser escuchados. Este tipo de teorías suelen ser de consumo interno, pero también se emplean en el marco de sus campañas de comunicación a nivel externo para difamar, desacreditar y denigrar a sus detractores.
Las teorías del gran reemplazo y del genocidio blanco
Una de las principales teorías de la conspiración de los demofascistas es la de la sustitución étnica, también conocida como teoría del gran reemplazo, que tiene conexión, a su vez, con la conspiración del genocidio blanco. Esta teoría se inscribe en la crítica a la inmigración que hacen los demofascistas.[3]
En líneas generales, los demofascistas afirman que la inmigración es el resultado de un plan secreto de las élites para exterminar a los pueblos europeos blancos. La razón que explica esto es que los pueblos europeos son un obstáculo para aumentar las tasas de beneficio de las oligarquías empresariales europeas y conseguir los objetivos políticos de las élites estatales, así como de la UE. Así, el argumentario demofascista gira en torno a la existencia de una serie de políticas institucionales racistas contra los blancos, las cuales están dirigidas a impedir que se reproduzcan y a destruir la cultura de los pueblos europeos, lo que les lleva a hablar de un genocidio contra los blancos europeos. Según los demofascistas, la cultura europea es un factor fundamental en todo esto debido a que constituye el principal impedimento de las élites para conseguir sus objetivos, mientras que la población inmigrante es más sumisa y dócil al estar impregnada de disvalores que son funcionales para las élites y su sistema de dominación.[4]
El discurso demofascista está revestido de un excepcionalismo europeo que presenta a los pueblos de Europa como los campeones de la libertad. Según esta narrativa, los europeos son superiores culturalmente al resto de pueblos, especialmente los inmigrantes, de forma que sus valores y desarrollo histórico son únicos en la historia humana, lo cual implicaría que están destinados y autorizados a jugar un papel distinto y positivo en el escenario mundial. Sin embargo, esto es un obstáculo para los objetivos de las élites, las cuales están decididas a destruir la cultura de los pueblos europeos y su identidad étnica a través del mestizaje. En este punto es en el que juega un papel crucial la teoría del gran reemplazo, tomada del novelista francés Renaud Camus, quien la expuso en 2010 y 2011 en dos obras diferentes: L’Abécédaire de l’in-nocence y Le Grand Remplacement (introduction au remplacisme global).
La teoría de Camus, que los demofascistas hacen suya íntegramente, afirma que, con la complicidad o cooperación de las élites, las poblaciones étnicas francesas y europeas blancas están siendo sustituidas demográfica y culturalmente por pueblos no blancos, especialmente de países de mayoría musulmana de África y Oriente Medio, a través de la inmigración masiva, el crecimiento demográfico de la población foránea y el descenso de la tasa de natalidad de los europeos blancos. Camus y otros teóricos de la conspiración atribuyen los recientes cambios demográficos en Europa a políticas intencionadas impulsadas por élites globales y liberales, tanto desde el gobierno de Francia, la UE y las Naciones Unidas, lo que es descrito como un “genocidio por sustitución”.
Esta teoría ha tenido su concreción en términos políticos con el apoyo de la deportación de todos los inmigrantes y sus familias a sus respectivos países de origen y el cese total de la inmigración, tal y como pregona el propio Camus. De hecho, el partido que fundó en 2002, el “Parti de l’In-nocence”, tenía este objetivo en su programa electoral. Debido a que Camus no obtuvo suficientes apoyos para presentarse a las elecciones presidenciales, terminó respaldando la candidatura de Marine Le Pen. La líder del Frente Nacional, hoy Agrupación Nacional, hizo suya esta teoría de la conspiración al incorporarla a su discurso político en 2011.[5] Posteriormente, el candidato a la presidencia de Francia en 2022, Éric Zemmour, también asumió esta teoría.[6]
Esta teoría de la conspiración tiene un amplio predicamento entre grupos de extrema derecha y neonazis de lo más diversos, no sólo en Francia. Estos son los casos de Giorgia Meloni en Italia,[7] Viktor Orbán en Hungría,[8] el neonazi Pedro Varela, antiguo dirigente de CEDADE y dueño de la clausurada librería Europa, en el Estado español,[9] aunque huelga decir que no son los únicos. En EE.UU. esta teoría también tiene importante predicamento entre los principales sectores que apoyan a Donald Trump, como es el caso del activista político conservador Charles J. Kirk.[10]
Además, esta teoría de la conspiración ha inspirado diferentes eventos terroristas protagonizados por individualidades adscritas a la extrema derecha y al movimiento neonazi. Este es el caso del australiano Brenton Harrison Tarrant, quien tituló su manifiesto The Great Replacement y asesinó a 51 personas e hirió a otras 49 en el asalto a la mezquita de Christchurch en Nueva Zelanda en marzo de 2019.[11] Mientras que Patrick Cursius, responsable del tiroteo en un supermercado en El Paso en agosto de 2019, en el que asesinó a 23 personas e hirió a otras 22, publicó un manifiesto en internet titulado The Inconvenient Truth en el que, además de mostrar su apoyo a Tarrant, aludía a la teoría del gran reemplazo de Camus en relación con la presencia de población hispana en Texas.[12]
La teoría del gran reemplazo está ligada a la idea del genocidio blanco que los propios demofascistas reivindican en su discurso político. Se trata de otra teoría de la conspiración[13] que afirma que existe un complot para promover el mestizaje, el matrimonio interracial, la inmigración masiva de población no blanca, la integración racial, bajos niveles de fertilidad entre la población blanca, el aborto, la pornografía, las identidades de tipo LGTB, la confiscación gubernamental de tierras a los blancos, la violencia organizada, y el eliminacionismo en los países fundados por blancos con el fin de provocar la extinción de los blancos mediante la asimilación forzada, la inmigración masiva y/o el genocidio.[14]
Los orígenes de la teoría del genocidio blanco pueden rastrearse hasta la obra del eugenista americano Madison Grant y su libro titulado The Passing of the Great Race publicado en 1916.[15] En esta obra, Grant afirma que EE.UU. ha sido siempre un país nórdico formado por inmigrantes de Europa del norte, y que la inmigración que EE.UU. estaba recibiendo desde el s. XIX, la expansión de la población negra y el mestizaje estaban minando la estructura sociopolítica del país así como a todas las estirpes nórdicas que han configurado la demografía estadounidense. Este proceso suponía unos índices de natalidad más bajos y la corrupción de la sociedad, lo que conduciría a la extinción de EE.UU. Estas ideas, junto a su defensa de la superioridad de los pueblos nórdicos frente a otras razas, le granjeó el elogio de Adolf Hitler, quien consideraba el ensayo de Grant su biblia.[16] Los nazis utilizaron a partir de entonces las ideas de Grant para difundir su teoría de la conspiración acerca de la destrucción de los pueblos blancos a manos de los judíos.
En líneas generales, la teoría del gran reemplazo o de sustitución étnica que defienden los demofascistas guarda una notable semejanza con la teoría de la conspiración mundial judía de los nazis. La común referencia al genocidio de los pueblos blancos indígenas y la existencia de un plan global ideado por una élite conspiradora que opera en las sombras son elementos compartidos que vertebran ambas narrativas. Sin embargo, la teoría de los demofascistas, al igual que la de Camus, se diferencia en que no incluye un complot judío, de manera que el antisemitismo es eliminado de la teoría nazi original, y este es sustituido por unas élites perversas y el rechazo al islam.[17]
Toda esta teoría de la conspiración del gran reemplazo y el genocidio blanco se combina, a su vez, con una defensa de la herencia genética de los europeos blancos. Este etnonacionalismo conecta muy bien con los principales planteamientos ideológicos de la extrema derecha y del neonazismo en general. En este sentido, se establece una relación entre la cultura y la etnicidad sobre la que se funda su discurso identitario etnonacionalista, de tal modo que la cultura tiene una base biológica sobre la que se desarrolla, por lo que la alteración de esta base biológica conduce a la desaparición de la cultura europea y, por tanto, de la identidad de los europeos blancos. Por este motivo los demofascistas consideran la inmigración una amenaza existencial para los pueblos blancos europeos, quienes corren peligro de ser sobrepasados demográficamente y terminar disueltos en el marasmo étnico de los pueblos foráneos. Todo esto, a juicio de los demofascistas, responde a la estrategia genocida de las élites para exterminar a los europeos.[18] Por esta razón, los demofascistas abogan por la expulsión de todos los extranjeros del continente europeo para, así, preservar la identidad y etnicidad de los europeos blancos.
La teoría de la conspiración del islam
En otro lugar no menos importante se encuentra la teoría de la conspiración sobre el islam. Según esta teoría, las élites de la UE y de los Estados miembros pretenden islamizar el continente europeo debido a que esta religión recibe amplios apoyos de las instituciones, por lo que consideran que forma parte de la estrategia para destruir a los europeos y establecer una nueva población más sumisa. El islam es una religión que, desde este punto de vista, favorece los objetivos políticos y económicos de las élites europeas.
Desde la perspectiva de los demofascistas, los poderes fácticos pretenden islamizar Europa,[19] cuando lo cierto es que el islam es parte intrínseca de la realidad europea desde hace siglos, como lo demuestran las poblaciones de Albania, Kosovo y Bosnia Herzegovina, sin olvidar los millones de descendientes de turcos que pueblan el continente y que todavía pertenecen a esta confesión religiosa. Nada de esto es sorprendente en la medida en que el movimiento demofascista español se alinea ideológicamente con el cristianismo como fuente de inspiración.[20]
Los demofascistas desarrollan su teoría de la conspiración sobre el islam a partir de la obra de Bat Ye’or, pseudónimo de Gisèle Littman, quien acuñó el concepto de “Eurabia” en su obra Eurabia: The Euro-Arab Axis publicada en 2005. Littman parte del diálogo iniciado entre las Comunidades Europeas y el mundo árabe en la década de 1970 para desarrollar una interpretación conspiracionista que afirma que, como consecuencia de este diálogo, Europa se ha alineado con los intereses de los países árabes. Este alineamiento ha conducido a que las élites europeas entreguen el continente al islam, lo que define como una conspiración entre las élites europeas y árabes. Este proceso de islamización se ha concretado en la acogida de inmigrantes musulmanes que, a su vez, se han reproducido con altos índices de natalidad convirtiéndose así en una amenaza demográfica que hará posible que el islam se adueñe de Europa y la transforme en Eurabia, es decir, una colonia del islam.
La interpretación de Littman se asienta en una visión de la política internacional alineada con los intereses de Israel, lo que le lleva a afirmar que la causa de la alianza entre Europa y el mundo árabe se debe a su hostilidad hacia Israel y a su antiamericanismo al buscar convertirse en un polo de poder internacional en competición con EE.UU. Ciertamente a esta causa se suman otras que, en esencia, son una mezcla de interés y oportunismo de los líderes europeos como, por ejemplo, el acceso a los lucrativos mercados árabes, o el intento de apaciguar a las fuerzas terroristas. En última instancia, la razón de ser de Eurabia es la destrucción de Israel y EE.UU. Se trata de una teoría estrafalaria llena de inconsistencias que ya han sido ampliamente señaladas.[21] Una de sus inconsistencias más flagrantes es que obvia las relaciones de EE.UU. con países árabes y el apoyo que ha prestado a fuerzas islamistas a lo largo de las últimas décadas para perjudicar a sus enemigos, algo en lo que Israel también ha incurrido con su apoyo a Hamas en sus inicios para contrarrestar la influencia de Al Fatah. Pero también con su apoyo al Irán de Jomeini, un régimen teocrático, a través de la venta de armamento durante su guerra con Irak en la década de 1980, además del apoyo prestado con más de un centenar de asesores militares israelíes desplegados en territorio iraní.[22]
Una Europa decadente, con bajas tasas de fertilidad y que ha abandonado sus raíces culturales ofrece, según los partidarios de la teoría de Eurabia, unas condiciones favorables para su islamización que convertirá a los europeos no musulmanes en una minoría exigua, oprimida por la ley islámica. Así, las instituciones tanto de los países europeos como las comunitarias han iniciado la islamización del continente a través del sistema educativo, los medios de comunicación y el poder político para cambiar la visión que los europeos tienen del islam y favorecer su aceptación. Se ha introducido así el odio hacia los valores, orígenes e historia de los europeos, lo que viene acompañado del resurgimiento del antisemitismo y antiamericanismo que forman parte del suicidio cultural de Europa. En esta narrativa conspiracionista, los islamistas y yihadistas habrían encontrado en las organizaciones y líderes de izquierda a los aliados necesarios para avanzar en sus planes de islamización de Europa.
No menos importante que lo antes descrito es determinar quiénes se hacen eco de esta teoría tan estrafalaria. Entre los principales adherentes a esta narrativa sobre el islam se encuentra Geert Wilders en Países Bajos, líder del partido de extrema derecha Partido de la Libertad, quien cree que la inmigración musulmana a Europa está impulsada por un acuerdo entre la UE y los países islámicos, lo que le ha llevado a referirse a Eurabia en diferentes ocasiones.[23] Asimismo, esta teoría conspirativa ha ganado cierta relevancia en el discurso político de la extrema derecha francesa, como ocurre con Éric Zemmour, quien en 2014 publicó Le Suicide Français en el que pronostica la islamización de Francia. Mientras que diferentes intelectuales, la mayoría de ellos conservadores, aunque también algunos liberales, se han adherido de un modo u otro a esta teoría.
Asimismo, la teoría de Eurabia y el complot para islamizar a Europa también ha motivado acciones violentas, al igual que sucede con la teoría del gran reemplazo. Así, por ejemplo, cabe señalar que esta teoría alcanzó notable relevancia con motivo de los atentados de Noruega en 2011 cuando Anders Behring Breivik asesinó a 77 personas en Oslo y Utøya. Estos atentados coincidieron con la publicación de su manifiesto titulado 2083: A European Declaration of Independence en el que el autor expresa su adhesión a esta teoría al afirmar que la UE proyecta un cambio cultural que transforme el continente en Eurabia, además de insistir en que las élites europeas están conspirando con los musulmanes para transformar Europa en una sociedad islámica.
Los demofascistas españoles se han adherido a esta corriente conspiracionista surgida en Europa y que ha tenido una gran difusión en medios intelectuales, periodísticos y políticos. En lo que a esto se refiere, los demofascistas no son nada originales y plantean en unos términos muy similares su confrontación con el mundo musulmán, es decir, como un conflicto identitario de carácter existencial que amenaza la cultura, valores y tipo de sociedad imperantes en Europa. En este sentido, los demofascistas no dudan en presentar al fundamentalismo islámico como una corriente político-religiosa relevante y, por ello, como una amenaza inminente que es relacionada con la inmigración y la destrucción de los europeos blancos. De este modo, el islam es un blanco político para los demofascistas, al mismo tiempo que reivindican el cristianismo como fuente de inspiración ideológica para apuntalar su programa político.[24] En líneas generales, esta teoría se alinea con la teoría del gran reemplazo, pues a juicio de los demofascistas el islam es una religión muy funcional para las élites al inculcar la sumisión en la población, y apuntalar así su sistema de dominación.
La teoría de la conspiración del ejército español y el anarquismo
Si las teorías antes expuestas resultan verdaderamente delirantes en muchos aspectos, especialmente si se contrastan con la realidad empírica y se constata la falta de un fundamento sólido, aún lo es más la teoría de la conspiración acerca de las relaciones entre el ejército español y el anarquismo que los demofascistas han llegado a pergeñar.
Así pues, lo primero que hay que destacar es el carácter antagónico y el tono beligerante de los demofascistas hacia el anarquismo, tal y como lo pusieron de manifiesto públicamente en un artículo titulado ¿Por qué el anarquismo es hoy una porquería, una birria, una castaña, una cochambre?, y del cual ya se hizo un análisis crítico pormenorizado.[25] La animadversión que los demofascistas han manifestado hacia el movimiento libertario no está exenta de hipocresía, pues no han dudado en hacer diferentes intentos de introducir su propaganda e ideología en espacios anarquistas bajo la cobertura de su discurso contrario al Estado, o de instrumentalizar para sus fines políticos a figuras u obras libertarias. Esto último generalmente ha sido realizado con la finalidad de tergiversar y manipular las ideas libertarias y utilizarlas de esta forma como una herramienta para sus propios fines, concretamente para legitimarse ante las audiencias de estos espacios y atraer a su causa a personas anarquistas.
La teoría de la conspiración del ejército español y el anarquismo se inscribe en este contexto discursivo y político en el que el proyecto demofascista trata de conseguir el apoyo de personas despistadas del entorno libertario, lo que se combina en ocasiones con una animadversión explícita y muy mal disimulada hacia este espacio ideológico. En este sentido, la relación con el anarquismo ha sido ambivalente y no responde a un interés genuino por entablar un diálogo o debate de ideas honesto, sino más bien de establecer un contexto de competición con el espacio libertario con el propósito de fagocitarlo o anularlo y, de esta forma, nutrirse de nuevos adeptos para ampliar su escuálida base social.
Los demofascistas ven en el anarquismo una suerte de competidor por su izquierda, e incluso como un obstáculo para la consecución de sus objetivos. Existe, por tanto, una combinación de motivos de estrategia política y otros de corte ideológico que explican la ambivalencia que los demofascistas han manifestado en diferentes ocasiones a la hora de lidiar con el entorno libertario. Sin embargo, su notable incapacidad para elaborar argumentos con los que responder y refutar las críticas que recibe su proyecto político y, en general, sus delirantes ideas,[26] les ha conducido a desarrollar una nueva teoría de la conspiración. Según esta teoría, el ejército español, así como los servicios de inteligencia del Estado español, están impulsando al anarquismo para el mantenimiento del statu quo. Esto es debido a que, desde su punto de vista, la anarquía es imposible,[27] por lo que este movimiento únicamente conduce a un callejón sin salida que significa la reafirmación del orden establecido y, por tanto, se trata de un discurso estatista. De esta forma, el Estado español estaría cerrándole el paso al demofascismo para evitar que parte de la base social del anarquismo se pase a sus filas.[28]
Naturalmente, al igual que las teorías de la conspiración anteriores, los demofascistas no presentan ningún tipo de prueba que demuestre lo que afirman. Esto constata, una vez más, que los demofascistas prefieren recurrir al irracionalismo en lugar de presentar argumentos razonados y fundamentados, todo lo cual refleja dos cosas. Primero, que los demofascistas necesitan recurrir al conspiracionismo para explicar lo que no entienden o no quieren entender. Es una forma fácil y rápida de despachar cuestiones incómodas o problemáticas. Y segundo, carecen de argumentos para defender su posición política e ideológica, lo que les conduce a responder de un modo hostil y agresivo con teorías conspiracionistas con la finalidad de deslegitimar y anular a sus críticos, además de difamar y calumniar.
El hecho de que ante las críticas recibidas desde posiciones ideológicas libertarias se vean en la necesidad de recurrir a este tipo de teorías demuestra, en primer lugar, que se encuentran en una posición defensiva al carecer de argumentos. En este sentido, puede decirse que se saben vulnerables al estar ideológicamente desarmados ante críticas sólidas y fundamentadas que son incapaces de rebatir. Y, en segundo lugar, demuestra su colapso intelectual al recurrir a ataques ad hominem y teorías infundadas claramente difamatorias que carecen de todo tipo de coherencia.
Lo cierto es que lo último que haría el ejército español, así como los servicios de inteligencia, es alentar a un movimiento antimilitarista como es el libertario. Esta idea es propia de mentes desquiciadas que, además de haber perdido el juicio, tienen gravemente dañado su entendimiento. Es, como se ha dicho, la reacción típica de quienes carecen de argumentos que confrontar y optan por teorías que ninguna persona mínimamente sensata tomaría en serio. De este modo, los demofascistas persiguen desacreditar al anarquismo al presentarlo como una herramienta al servicio del Estado y del orden constituido.
Dado lo inconsecuente que es el argumento irracional que los demofascistas sostienen con su teoría de la conspiración, no han dudado en dar un paso más allá y proceder a su racionalización ideológica al afirmar, sin ambages y con total cinismo, que el anarquismo es una teoría política que defiende al Estado, para lo cual lo asocian con el liberalismo. Esto es lo de que reflejan, sin medias tintas, sus intervenciones más recientes que manifiestan su voluntad de ir al choque frontal con el anarquismo.[29] Para ello, no dudan en falsificar qué es el anarquismo y cuál es su propuesta política al presentar una imagen absolutamente irreal del mismo y puramente difamatoria. Se trata en última instancia de una crítica estalinista que habitualmente busca asociar al anarquismo con el liberalismo, la burguesía y el capitalismo, y que se alinea con los parámetros ideológicos y políticos rojipardos del demofascismo. Esto explica que se afirme que el anarquismo defiende al Estado liberal y que, en definitiva, constituye una ideología burguesa.[30]
La crítica de los demofascistas, que esencialmente es estalinista pero que engarza con la crítica desarrollada desde diferentes sectores de la socialdemocracia contra el movimiento libertario—como el peronismo—, recurre a caricaturas y fantasmas ideológicos actuales. Esto es lo que ocurre al utilizar al presidente de Argentina, Javier Milei, como ejemplo del carácter estatista que le atribuyen al anarquismo. El argumento en sí mismo produce vergüenza ajena dado que Milei es un liberal libertario, como así se ha definido a sí mismo—aunque también ha afirmado ser otras cosas, algunas de ellas de forma incongruente—mientras que la anarquía es para él una idea filosófica y como tal se queda ahí, en una idea o aspiración irrealizable. Lo cierto es que ni siquiera las ideas de Milei tienen predicamento en las estructuras de poder del Estado argentino, y su ideología, el minarquismo, está notablemente desacreditada.
Sin embargo, los demofascistas recurren a Milei porque, sencillamente, no tienen nada que decir, salvo proferir ataques difamatorios contra un conjunto de ideas que tergiversan premeditadamente y que no comprenden en absoluto. El rojipardismo del que hacen gala los demofascistas, a tenor de su alineamiento con grupos neonazis y con argumentos estalinistas—como los de Roberto Vaquero en relación tanto con el anarquismo como con la inmigración—deja bien claro el lugar ideológico que ocupan. Sus críticas al anarquismo, tan mal articuladas y sin base, sólo refleja la rabia e impotencia de quienes no tienen nada serio que decir ni nada digno de ser tenido en cuenta. De hecho, la necesidad de los demofascistas de descalificar las ideas libertarias y a los anarquistas de esta manera tan burda para defender su posición política, demuestra la debilidad de su proyecto e ideas y, sobre todo, su falta de argumentos.
Afortunadamente, está muy claro que la principal línea argumental del anarquismo en su propuesta política gira en torno al rechazo abierto al Estado en todas sus formas, lo que está constatado en multitud de textos de diferentes autores como Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Josiah Warren, Rudolf Rocker, etc. Y socialmente el anarquismo está reconocido como una filosofía política anti-estatista. Sin embargo, los demofascistas necesitan recurrir a la mentira y demagogia más rampantes y proceder a una falsificación y distorsión vergonzosa de la realidad. En este sentido, los demofascistas no dudan en afirmar que el anarquismo es, no sólo burgués, sino también amoral. Todo ello a pesar de la honda preocupación por la moral que existe en el pensamiento libertario, precisamente para hacer viable un mundo sin Estado.[31] Este tipo de afirmaciones, por el contrario, reflejan la amoralidad de los demofascistas españoles quienes están dispuestos a todo con tal de conseguir sus objetivos e imponerse.
A todo lo anterior se suman numerosas difamaciones de entre las que destaca el supuesto rechazo y ataque del anarquismo a las formas de vida de las sociedades primarias. Para esto, desarrollan una crítica infundada basada en los acontecimientos que se desarrollaron en la II República española en lo que concierne a la relación entre el Estado español y la sociedad, un momento de gran convulsión social. Así, según los demofascistas, el movimiento libertario no sólo era ajeno a las luchas sociales que se desarrollaron en aquel entonces, sino que se opuso a las mismas al ser un movimiento anti-revolucionario que, finalmente, apoyó a la burguesía republicana. Esta crítica, típicamente estalinista, es complementada con el supuesto rechazo a instituciones colectivas de la época, como era el comunal y otro tipo de prácticas autogestionarias. Pero lo cierto es que el movimiento libertario era muy popular en aquella época, y que gran parte de las luchas sociales que reivindicaban dichas prácticas estaban protagonizadas por miembros de este movimiento. Basta recordar que los sucesos de Casas Viejas tienen su origen en la reivindicación de las tierras comunes expropiadas, y que los insurrectos, todos ellos anarquistas y con vínculos con la CNT, buscaban recuperar.[32] No se trata de un caso puntual, sino más bien de uno entre muchos otros dada la popularidad del anarquismo en aquel entonces. El anarquismo, por tanto, no ha sido hostil a este tipo de prácticas sociales, sino que ha manifestado una notable afinidad hacia las mismas, como así lo atestigua El apoyo mutuo de Kropotkin, pero también otros autores como Felipe Aláiz con Hacia una Federación de Autonomías Ibéricas, o las publicaciones en La Revista Blanca de Federico Urales y su texto Los municipios libres. A estos autores cabe sumar los antropólogos libertarios que de un modo u otro han investigado las formas de autogestión y autoorganización en las sociedades primarias como James C. Scott, David Graeber o Pierre Clastres, por citar a unos pocos.
Cabe añadir, también, el apoyo y desarrollo que los anarquistas prestaron a diferentes prácticas similares a las mencionadas anteriormente, algo que se observa claramente desde el s. XIX. Esto es lo ocurrido con el impulso de iniciativas como las mutualidades laborales, que aportaban cuotas para cubrir situaciones de enfermedad, desempleo o fallecimiento, y que posteriormente originaron los seguros sociales. Más tarde, estos seguros fueron impulsados por los sindicatos libertarios. También cabe añadir las cooperativas de consumo, aún hoy existentes, que se organizaban para comprar alimentos o productos básicos de forma colectiva, eliminando intermediarios y reduciendo costes. Están, asimismo, las cajas rurales, cooperativas financieras que surgieron para apoyar a agricultores y comunidades rurales mediante créditos accesibles. En otro lugar estaban los ateneos, donde la cultura era autogestionada por la propia comunidad. En definitiva, proyectos, iniciativas, prácticas e instituciones sociales que recibieron el apoyo e impulso de un movimiento libertario que estaba completamente imbricado en la vida social de la época. Esto ayuda a entender, entre otras cosas, que el anarquismo fuese un movimiento muy popular en el Estado español, probablemente más que en ningún otro lugar del mundo, durante el primer tercio del s. XX.
Los demofascistas tienen que recurrir a la mentira, al engaño, a la demagogia y al fraude mediante todo tipo de falsificaciones, difamaciones y embustes llenos de cinismo para apuntalar su narrativa conspiracionista e irracional y, así, sostener un argumento imposible: que el anarquismo es una ideología estatista. Sin duda, se trata de una huida hacia delante de este colectivo de rojipardos o fascistas rojos que refleja, por un lado, su desesperada falta de argumentos y, por otro, la naturaleza estalinista de su crítica al anarquismo y a las ideas anti-estatistas. En términos globales puede percibirse que proyectan su mentalidad autoritaria y sectaria en quienes consideran sus enemigos.
Conclusión: algo huele a podrido en Dinamarca
Los demofascistas utilizan sus teorías de la conspiración principalmente para justificar sus objetivos políticos, como sucede con la teoría de la sustitución étnica que sirve para reivindicar la expulsión de todos los extranjeros del continente europeo y, por tanto, ejecutar una limpieza étnica a escala masiva. Mientras que la teoría sobre la islamización de Europa se alinea con la teoría anterior y refuerza su programa político, pues sirve para explicar que las élites europeas persiguen destruir a los pueblos europeos y su cultura mediante una religión que les inculca la sumisión, lo cual facilita la consecución de sus objetivos políticos y económicos.
Si bien lo anterior es muy clarificador acerca del trasfondo ideológico de los demofascistas, lo es aún más comprobar que esas teorías de la conspiración que reivindican tienen su origen en la extrema derecha y grupos neonazis que son, a su vez, los círculos en los que han alcanzado mayor difusión. Esto es de gran importancia porque pone de relieve el nivel patológico de hipocresía y cinismo de los demofascistas, quienes han criticado con especial dureza al conspiracionismo al asociarlo con la extrema derecha, concretamente a través del libro titulado El conspiracionismo, la extrema derecha y el Estado,[33] a pesar de que ellos mismos asumen y se hacen eco de teorías de la conspiración nazis y de extrema derecha.
Llegados a este punto conviene recordar la famosa frase de Marcelo en Hamlet de que algo huele a podrido en Dinamarca. Hay que tener en cuenta que Marcelo pronuncia estas palabras mientras observa los acontecimientos extraños y perturbadores que rodean al reino: la aparición del fantasma del rey Hamlet, el asesinato encubierto del rey, y la corrupción moral y política que se insinúa en la corte de Dinamarca. La frase, en el contexto de la obra de Shakespeare, sugiere que hay algo profundamente equivocado y corrupto en la estructura misma del reino, algo que va más allá de los eventos sobrenaturales. Por esta razón, se ha convertido en una metáfora cultural para señalar que hay algo malo o corrupto en una organización, sistema o situación. Esto mismo es aplicable al espacio de la Revolución Integral y a los demofascistas, quienes han dado claras muestras de cuál es su catadura moral. Queda por ver si, al igual que la frase de Marcelo, todo esto hace presagiar una tragedia inevitable.
[2] Demofascismo e inmigración: la nueva guerra racial.
[3] Criticar la inmigración puede ser legítimo, pero esto no quiere decir que toda crítica a la inmigración sea legítima. La crítica de los demofascistas no es legítima porque no se basa en hechos, sino en teorías de la conspiración, en el irracionalismo y en la defensa de los genes blancos europeos. Esto es lo que se cuestiona y problematiza en este artículo y en otros que ya fueron publicados, como “Demofascismo e inmigración: la nueva guerra racial”.
[4] Rodrigo Mora, Félix, “No a la emigración en Euskal Herria y en toda Europa”, p. 14.
[5] Rastier, François, “Politiques identitaires et mythe du « grand remplacement »”, The Conversation, 16 de junio de 2019.
[6] Norimitsu, Onish, “From TV to the French Presidency? A Right-Wing Star Is Inspired by Trump”, The New York Times, 21 de septiembre de 2021.
[7] Kington, Tom, “Giorgia Meloni is first west European leader to believe Great Replacement conspiracy theory”, The Times, 27 de septiembre de 2022.
[8] Garamvolgyi, Flora y Julian Borger, “Orbán and US right to bond at Cpac in Hungary over ‘great replacement’ ideology”, The Guardian, 18 de mayo de 2022.
[9] García Bueno, Jesús, “El odio que no cesa: cuarto juicio al librero neonazi Pedro Varela”, El País, 14 de mayo de 2024.
[10] Rumpf, Sarah, “Charlie Kirk Wants to Start a Border Militia to Protect ‘White Demographics in America’”, Mediaite+, 23 de septiembre de 2023.
[11] Darby, Luke, “How the ‘Great Replacement’ conspiracy theory has inspired white supremacist killers”, The Telegraph, 5 de agosto de 2019. Truu, Maani, “Conspiracy theory linked to Christchurch attack at risk of entering mainstream: report”, SBS News, 8 de julio de 2019. Moses, A. Dirk, ““White Genocide” and the Ethics of Public Analysis”, Journal of Genocide Research, Vol. 21, Nº 2, 2019, pp. 201-213.
[12] Eligon, John, “The El Paso Screed, and the Racist Doctrine Behind It”, The New York Times, 7 de agosto de 2019.
[13] Bergmann, Einkur, “The Eurabia Conspiracy Theory”, en Andreas Önnerfors y André Krouwel (eds.), Europe: Continent of Conspiracies: Conspiracy Theories in and about Europe, Abingdon, Routledge, 2021, pp. 37-38.
[14] Kaplan, Jeffrey (ed.), Encyclopedia of White Power: A Sourcebook on the Radical Racist Right, Walnut Creek, Altamira Press, 2000, p. 539.
[15] El punto de vista de Grant no se aleja mucho del de Arthur de Gobineau. La principal diferencia es que Grant se basa en la antropología para definir y jerarquizar las razas, mientras que Gobineau recurre al lenguaje. Gobineau, Arthur de, Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, Barcelona, Editorial Apolo, 1937.
[16] Kühl, Stefan, The Nazi Connection: Eugenics, American Racism, and German National Socialism, Nueva York, Oxford University Press, 2002, p. 85.
[17] Camus, Jean-Yves y Nicolas Lebourg, Far-Right Politics in Europe, Cambridge, The Belknap Press of Harvard University Press, 2017, pp. 206-207.
[18] Rodrigo Mora, Félix, “No a la emigración en Euskal Herria y en toda Europa”, p. 11.
[19] Ibidem, pp. 94-95.
[20] Bases para una Revolución Integral, p. 22 (versión epub).
[21] Carr, Matt, “You are now entering Eurabia”, Race and Class, Vol. 48, Nº 1, 2006, pp. 1-22.
[22] Parsi, Trita, Treacherous Alliance: The Secret Dealings of Israel, Iran, and the United States, New Haven, Yale University Press, 2007. Gelb, Leslie H., “Iran Said to Get Large-Scale Arms from Israel, Soviet and Europeans”, The New York Times, 8 de marzo de 1982. Hunter, Jane, “Israeli Arms Sales to Iran”, Washington Report, noviembre de 1986.
[23] Widfeldt, Anders, “Geert Wilders: maverick who could ride anti-Islam wave to the top of Dutch politics”, The Conversation, 6 de septiembre de 2016.
[24] Bases para una Revolución Integral, p. 22 (versión epub).
[26] Estas críticas se han expresado en diferentes artículos, fundamentalmente en Demofascismo y Demofascismo e inmigración: la nueva guerra racial. También hay que añadir toda la serie de artículos de crítica a la democracia directa realizados desde una perspectiva anarquista: Crítica a la democracia directa (I): una aproximación libertaria; Crítica a la democracia directa (II): la libertad; Crítica a la democracia directa (III): la legitimidad; Crítica a la democracia directa (IV): el individuo y la comunidad; Crítica a la democracia directa (V): la soberanía; Crítica a la democracia directa (VI): una tiranía política; Crítica a la democracia directa (VII): la política; Crítica a la democracia directa (VIII): el centralismo; Crítica a la democracia directa (IX): la homogeneidad; Crítica a la democracia directa (X): el bien común; Crítica a la democracia directa (XI): la tiranía de las mayorías; Crítica a la democracia directa (XII): un sistema totalitario; Crítica a la democracia directa (XIII): la imposición del voto; Crítica a la democracia directa (XIV): planificación versus orden espontáneo; Crítica a la democracia directa (XV): el cesarismo. Otros artículos anteriores que ya avanzaban una crítica a la democracia directa desde una posición libertaria son: Anarquía versus democracia y Democracia: dictadura de las mayorías.
[27] Ya se ha explicado con bastante detalle que la anarquía no es un imposible. Ver: La anarquía no es utopía.
[28] Esta creencia, por lo demás insostenible, se basa en un extraordinario egocentrismo por el cual los demofascistas se consideran muy importantes como para que el ejército y los servicios de inteligencia se hayan fijado en ellos. Pero, una vez más, no presentan ninguna prueba de lo que afirman.
[29] “El anarquismo contra el comunal”.
[30] Esencialmente los demofascistas realizan la misma crítica que Roberto Vaquero y los estalinistas del Frente Obrero hacen al anarquismo, una secta política rojiparda tan destructiva como la de la Revolución Integral.
[31] Un claro ejemplo, aunque no el único, es: Kropotkin, Piotr, La moral Anarquista, Madrid, Alianza, 2023.
[32] Mintz, Jerome R., The Anarchists of Casas Viejas, Bloomington, Indiana University Press, 1994.
[33] Escribano Maenza, José Francisco y Félix Rodrigo Mora, El conspiracionismo, la extrema derecha y el Estado, Editorial Bagauda, 2023.